Cuatro Momentos Laborales, Cuatro Modos de Reflexionar

Cuatro Momentos Laborales, Cuatro Modos de Reflexionar

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Cuatro Momentos Laborales, Cuatro Modos de Reflexionar

Dr. Alberto Beuchot González de la Vega

Director del Centro de Coaching Empresarial©

Hay cuatro aspectos, de principio, que el profesional debe tomar en cuenta para su transformación en investigador. Todos tienen que ver con el proceso reflexivo, inmersión consciente y sistemática del que realiza un trabajo sobre su experiencia cuya función principal es la de generar una propuesta propia para orientar la acción laboral mediante la interpretación de la realidad concreta en la que se vive y actúa, siempre dirigida a reorganizar dicha realidad a través de su propia experiencia. Estos aspectos son:

  1. Reflexión previa a la acción. Se refiere a los procesos de pensamiento que el profesional realiza antes de realizar un trabajo. Orientan su práctica inminente y proporcionan los lineamientos metodológicos a seguir. Se saben modificables y adaptables a la práctica concreta. No son cinchos de acero inflexibles que constriñen el desempeño. Son guías de acción. Es el observarse al prepararse para realizar algo bajo condiciones ideales.
  1. Reflexión en la acción. Es un proceso sin el rigor del análisis racional pero igualmente consciente que permite, al mismo tiempo que se realiza el trabajo, detectar las señales y signos emotivos e intelectuales propios que permitan mantener, modificar o reforzar el esquema laboral producto de la primera etapa. Permite corregir, modelar, depurar y adaptar el comportamiento del profesional sobre la marcha, y permite, de la misma manera, flexibilizar el desempeño frente al trabajo de acuerdo a como éste vaya reaccionando a los estímulos que el profesional proporciona. Es el trabajar y observarse trabajar.
  1. Reflexión sobre la acción. Es el conjunto de análisis que, a posteriori, realiza el profesional sobre las actividades, procesos y actitudes que se presentaron en el trabajo. Liberado de las demandas inmediatas de la oficina, puede aplicar la reflexión a la comprensión y valoración de su quehacer real con cierta perspectiva temporal, y derivar conclusiones concretas que, a su vez, orientarán el paso primero. Es el observarse habiendo laborado.
  1. Reflexión sobre la reflexión (o reflexión crítica). Este proceso permea y da vida a los anteriores. Es simultáneo a ellos, y es vital a la hora de definir bajo qué paradigma o definición de la realidad opera el profesional, qué conceptos filosóficos subyacentes orientan y marcan su práctica y qué determinantes conceptuales condicionan su comportamiento general. Es determinar el tipo de observador que soy de mí mismo. Es el observarse observando.

Cuando la práctica laboral se torna rutinaria, el profesionista pierde oportunidades de aprender de sí mismo. Se fosiliza y aplica, por ende, los mismos esquemas metodológicos y técnicas administrativas a situaciones totalmente distintas y divergentes. Sin una reflexión constante, empobrece su quehacer y rigidiza su intervención. Más aún, si se siente insatisfecho con los resultados de la misma, tiende a encontrar las razones de su insatisfacción en el comportamiento de sus colaboradores, en los procesos de la institución o en otras condiciones externas del mercado. Esta incapacidad de detectar y corregir sus errores acarrea amargura, insensibilidad creciente, frustración y pérdida de credibilidad en sí mismo y su labor.

En cambio, al mirar hacia su propia práctica y aplicar el proceso de reflexión cotidianamente, el profesionista está en proceso de transformarse en investigador de él mismo, y a partir de ello, elaborar y re-elaborar las acciones adecuadas a cada situación laboral específica. De dicha investigación sobre sí mismo, deriva acciones concretas para solucionar problemáticas particulares. Por lo tanto, el profesionista no es el mismo en cada caso ni cada día. No es previsible ni obvio. Al aplicar el proceso reflexivo, aumenta su desempeño profesional al generar, desde su práctica, conocimiento útil solamente para él, no un conocimiento de libro de texto dudosamente generalizable al resto de sus colegas. Esto aumenta su autoestima y la confianza en sí mismo, y refuerza su papel de guía en el enfrentamiento cotidiano a situaciones no familiares en el trabajo. En otras palabras, el profesional es más un artista que un técnico, y derivado de esto. Esto implica, por necesidad, que el pensamiento práctico del profesional, por su carácter necesariamente holístico, flexible y creador no puede enseñarse, pero sí aprenderse, y lo más importante, aprenderse de la propia práctica y de la de otros.

Mientras se siga considerando que la generación del conocimiento es privativa de los investigadores de carrera y que el conocimiento que producen los profesionales en el trabajo sólo tiene validez práctica, existirá un sesgo peligroso: la separación artificial entre el campo intelectual y el campo laboral, y la consiguiente desvalorización del profesionista en tanto investigador formativo. En definitiva, el profesional investigador/actor, al producir nuevos significados en su intercambio diario con sus colaboradores y clientes (pues lo hace, quiéralo o no), se crea y se construye a sí mismo y al otro una nueva realidad. A fin de cuentas, en eso consiste el proceso laboral: en la construcción de nuevas formas de realidad desde el intercambio cotidiano a través de la reflexión.

Me gustaría seguir aprendiendo de ustedes.

abeuchot@cencoem.org

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