Destrucción/Construcción en el Aprendizaje

Destrucción/Construcción en el Aprendizaje

Cambio 16

Destrucción/Construcción en el Aprendizaje

Dr. Alberto Beuchot González de la Vega

Director del Centro de Coaching Empresarial©

Existen fundamentalmente dos formas de las cuales dispone el ser humano para trascender esta existencia terrenal y dejar huella de su paso por el mundo. Dichas formas son puestas en práctica en cada una de las actividades que realizamos y en las filosofías que adoptamos frente a la vida misma. Una de ellas es la creación, en tanto construcción de nuevas realidades a partir de viejos órdenes. La otra es la destrucción, entendida como eliminación o supresión de algo previamente existente y como interrupción de la transparencia de la vida cotidiana.

De este modo, se habla de personalidades y actitudes constructivas y destructivas, a las cuales se asocian, por definición y no siempre de manera acertada, las posturas optimistas y pesimistas, los valores positivos y negativos y los epítetos morales de “bueno” y “malo”, respectivamente. Para el hombre de la calle, una persona creativa es, necesariamente y en toda circunstancia, optimista, positiva y buena. Baste analizar la biografía de Pablo Ruiz Picasso para desmentir este lugar común y observar cómo y de qué manera la fuerza creativa de este ser excepcional estaba ligada al ímpetu destructivo, hasta el punto de no poder entender el uno sin el otro. El poder creativo de Picasso en el terreno de la plástica sólo podía ser entendido por su enorme capacidad destructiva en sus relaciones interpersonales.

Las posturas maniqueas ocultan una compleja situación al tiempo que falsean el problema al encasillar y etiquetar conductas concibiendo a la creación y la destrucción como impulsos antagónicos y virtualmente opuestos. Esto resulta peligroso y erróneo (o a la inversa) la mayoría de las veces, pues al concebir erróneamente un problema no puede aprehendérsele de manera efectiva. Prefiero entender a los procesos de destrucción-creación como motores complementarios del quehacer humano. Hay ocasiones en que la destrucción de lo establecido constituye el único camino para la creación de un orden nuevo, aunque no todo proceso destructivo conlleva necesariamente un afán constructivo posterior.

La destrucción como medio puede llegar a ser justificable, más nunca como un fin en sí misma. Nuestro sistema económico está, por ejemplo, basado en la lógica perversa de la “obsolescencia planificada”: la destrucción está incorporada en el diseño y el proceso mismo de fabricación de objetos para forzar el consumo continuo y mantener el sistema en marcha. Esto no es un análisis ético: así funciona. El pesimismo y el optimismo no se identifican de modo inevitable con estos procesos de vida que son la creación y la destrucción. El pesimismo, en tanto óptica psicológica y postura filosófica, no implica forzosamente inactividad, ni negatividad, y mucho menos destrucción. De hecho, en ocasiones, constituye un enorme motor de creatividad. Kafka o Nietzsche no operaban fundamentalmente desde el optimismo. En muchas ocasiones, la labor del pesimista es dudar de todo (“de ómnibus disputandum”, como solía decir Karl Marx), y en otras, decir a la gente aquello que no quieren oír. Por otro lado, hay optimismos que rayan en lo ridículo y que son alimentados por una profunda ignorancia, una materialidad superficial y una falta de compromiso y de ubicación en el mundo.

Debemos interpretar este binomio destructivo-creativo como una constante reinterpretación de nuestras posturas ante la vida y como un proceso ininterrumpido e inacabable de aprendizaje. Más bien, el proceso de aprendizaje debe interpretarse en términos del proceso de creación-destrucción permanente. El aprender-desaprender, el adquirir y soltar, constituye un constante destruir y crear, un desligarse de situaciones caducas y un incorporarse a paradigmas nuevos. Este proceso es interior, personal e íntimo. Las ideas y las concepciones nuevas surgen, como el ave Fénix, de sus propias cenizas.

Me gustaría seguir aprendiendo de ustedes.

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