Motivos e Inquietudes

Motivos e Inquietudes

Miedo 6

 

Motivos e Inquietudes

Dr. Alberto Beuchot González de la Vega

Director del Centro de Coaching Empresarial©

Decíamos la semana anterior que el acto lingüístico de indagar es preguntar para que el otro hable, para que exprese lo que le preocupa y le inquieta, para que nos revele los motivos últimos de su actuar, que no siempre corresponden con los motivos aparentes para actuar.

Me extiendo. Los seres humanos frecuentemente actuamos y no sabemos por qué lo hacemos, o creemos que sí sabemos pero en realidad no sucede esto. Por ello, me gusta separar los motivos de las inquietudes. Los motivos son todas aquellas razones aparentes que nos mueven a hacer lo que hacemos. Son aquellas que revelamos en una conversación cuando alguien nos pregunta directamente por qué actuamos. Las inquietudes son algo más complejo. Al actuar, nos hacemos cargo de algo, y la inquietud es aquello de lo que nos hacemos cargo al actuar. Es aquello que en el fondo nos incita a hacer lo que hacemos, pero que solemos no ver. Los motivos son intelectuales. Las inquietudes son emocionales. Y somos ciegos a nuestras propias emociones.

Yo sostengo que hay tres razones fundamentales por lo que los seres humanos hacemos lo que hacemos: el miedo, la necesidad de reconocimiento, y el amor. Detengámonos en el miedo esta semana y la que viene.

El miedo puede tomar diferentes formas. La experiencia me ha enseñado que hay miedo a perder la vida, miedo a hacer el ridículo, miedo a quedar en evidencia, miedo a perder el trabajo, miedo a verse involucrado en algo, miedo a ser desobedecido, miedo a desobedecer, miedo a no ser amado, miedo a quedarse solo, etc.

Un padre de familia me decía que para él era intolerable que su hijo lo desobedeciera. El diálogo a continuación:

Él: “Yo no tolero que mi hijo desobedezca una orden mía. Eso me enfurece.”

Yo. “Por qué le enfurece eso?”

Él: “Porque eso no está bien. Una orden debe ser obedecida siempre, y si no es así, se debe atener a las consecuencias?” (motivo aparente del enojo).

Yo: “¿Qué es lo que en realidad le molesta cuando su hijo le desobedece?”

Él: “Pues eso, que no obedezca lo que le digo”

Yo: “¿Y usted puede entender que hay ocasiones cuando usted desobedece y obtiene éxito porque cree que una orden es absurda?”

Él: “Sí, pero eso es distinto…”

Yo: “¿Por qué es distinto?”

Él: “Porque yo sé cuándo hacerlo y cuándo no?”

Yo. “¿Cuántos años tiene su hijo?”

Él: “Diecinueve.”

Yo: “¿Usted solía desobedecer a su padre?”

Él: “Jamás me hubiera atrevido a ello”

Yo: “¿Qué hubiera pasado si esto hubiera sucedido?”

Él: “Jamás hubiera sucedido. Yo tenía un profundo respeto por mi padre como para hacerle eso.”

Yo: “¿Respeto o miedo?”

Él: “Ese no es el punto.”

Yo. “Ese es precisamente es el punto. ¿Respeto o miedo?”

Él: “Ambas, supongo.”

Yo: “Y cuando usted se enfurece, lo hace porque le preocupa la actitud de su hijo o porque le disgusta ver desafiada su autoridad paterna?”

Él: (silencio largo). “Creo que lo segundo. Me enoja que alguien ponga en duda mi autoridad. Lo mismo me sucede en el trabajo. Y ahora entiendo que el hecho de que un subordinado desobedezca en ocasiones trae buenos resultados.” (Esta es la inquietud que lo mueve).

La inquietud (un miedo a un ataque a su persona cuando otros lo desobedecen) es diferente a la razón aparente (una obediencia a la autoridad). Cuando su autoridad es cuestionada lo toma en forma personal, como un desafío y un reto, y no como un síntoma de autonomía del otro. Indagando se obtiene la inquietud por sobre la razón aparente, y se le hace ver al interlocutor lo que él no quiere ver. Indagando más con él descubrió que su autoestima es baja porque nunca se atrevió a desobedecer a su padre, y esto afectó su imagen de sí mismo, haciéndole perder credibilidad. Su forma de reaccionar y generarse una forma de respeto hacia sí mismo era imponiendo su voluntad a otros. Cuando alguien no le obedecía, se sentía, por ello, agredido y enojado, en el fondo, con él mismo. Le dolía que alguien sí se atreviera a hacer algo que él no había sido capaz de hacer cuando joven con su padre. Y esto le hace confundir el miedo con la ira, la segunda disfrazando y ocultando el primero.

Más sobre el miedo como inquietud fundamental la semana entrante.

Me gustaría seguir aprendiendo de ustedes. abeuchot@cencoem.org

www.certificacion-coaching.org